Identificación[]

Se trata de un gorrión grande, de aspecto inconfundible, que en las regiones dorsales exhibe tonos más bien discretos, por lo que no resulta muy llamativo cuando se desplaza sobre las rocas y pastizales alpinos. En las zonas ventrales domina el blanco —algo menos puro en verano—, al igual que en la cola, que es llamativamente blanca, salvo las rectrices centrales, negras. La cabeza es gris o gris azulado y el pico, negro. El macho presenta un babero negro en época estival que aparece por desgaste del plumaje, mientras que la hembra muestra colores más apagados, el babero poco llamativo y la base del pico siempre clara. En invierno ambos sexos resultan muy semejantes, con coloraciones generalmente más claras que durante la época reproductora y con el pico amarillo anaranjado. Los jóvenes son parecidos a los adultos en invierno, pero con las partes inferiores algo más “sucias”. Es en vuelo cuando el gorrión alpino resulta un ave muy llamativa por los amplios y conspicuos paneles blancos de sus alas y cola.
Canto[]
La especie muestra un repertorio sonoro más complejo que otros gorriones, pues emite diferentes vocalizaciones que reflejan sus estados de ánimo (nerviosismo, alarma, etc.). A menudo lanza un tiri, tirrrii, en tanto que el canto territorial en primavera es un ti, ti, ti-zurrrr que emite en vuelos de exhibición o sobre una roca.
Distribución[]
Se trata de una especie de distribución euroasiática que aparece, de forma restringida y fragmentaria, en los más altos macizos montañosos, como la Cordillera Cantábrica, los Pirineos, los Alpes, los Balcanes, los Cárpatos, el Cáucaso y el Himalaya. En Europa presenta varias subespecies, de las cuales nivalis es la que cría en el sur del continente y la que se encuentra también en España.
En España[]
Es un ave característica de la alta montaña del Pirineo central (Huesca, Navarra y Lérida) y de la parte oriental de la Cordillera Cantábrica (Asturias, León, Cantabria y Palencia), normalmente por encima de los 1.800 metros de altitud.
Desplazamientos[]
El gorrión alpino es una especie residente en toda su área de distribución. Únicamente realiza movimientos altitudinales en invierno, cuando desciende hasta el límite de las nieves, aunque a menudo permanece todo el invierno cerca de estaciones de esquí y refugios, donde encuentra alimento.
Población[]
Para el continente europeo se estima una población de 27.000-130.000 parejas reproductoras. En España se cifra en 4.500-6.000 parejas, de las cuales 1.500-2.000 habitan en la Cordillera Cantábrica y 3.000-4.000 en los Pirineos. Debido a su hábitat inaccesible, resulta muy difícil conocer la tendencia poblacional de esta especie. Sin embargo, todo apunta a la estabilización de las poblaciones y de su área de distribución, al menos durante la última década.
Hábitat[]
Este gorrión ocupa los pisos alpino y subalpino y muestra preferencia por zonas de poca vegetación que cuenten con neveros cercanos. Prefiere ambientes agrestes, como canchales con farallones rocosos entre los que se intercalan pastizales alpinos. Generalmente, no desciende por debajo de los 1.800 metros de altitud en invierno y de los 2.200 metros en verano.
Alimentación[]
En primavera y verano se alimenta, principalmente, de insectos, arañas y anélidos que encuentra en el pasto, entre las rocas y en los neveros; también come en esta época semillas y frutos de diversas plantas alpinas y algo de hierba. En invierno, al bajar de cota empujado por la nieve, busca semillas y piñones en el límite de los bosques alpinos. En esta época difícil, un recurso importante para algunas poblaciones lo constituyen los restos obtenidos en estaciones de esquí y refugios de alta montaña.
Reproducción[]
Su periodo reproductor comienza entre finales de mayo y principios de junio con la instalación del nido en algún hueco o fisura de un farallón rocoso, generalmente a considerable altura del suelo. Su construcción, a base de hierba seca, corre a cargo exclusivamente de la hembra. El tamaño de la puesta varía entre tres y seis huevos de color blanco, que son incubados por la hembra durante 11-14 días (se desconoce si los machos participan también en este proceso). Los pollos son cebados por ambos progenitores durante 20 o 21 días, tras los cuales abandonan el nido, aunque permanecen todavía algún tiempo más en compañía de sus padres. Suele existir una segunda puesta nada más concluir la crianza de la primera pollada, o incluso antes.