Es un ave carroñera que ocupa todo tipo de terrenos, preferentemente montañosos, del sur de Europa y norte de África hasta el centro de Asia. Forma grandes colonias de cría en acantilados y cada pareja cría un solo pollo por temporada. La transformación agraria y ganadera del campo, el uso de venenos y la caza hicieron disminuir su número a mediados del siglo pasado, aunque hoy en día su situación ha mejorado sensiblemente en muchas áreas.
Descripción[]
De plumaje marrón claro, con más de 2 metros y medio de envergadura alar y un peso que puede llegar a los 9 kg, es una de las aves más grandes de Europa y también una de las que vive más años.
Las alas son largas y anchas, bordeadas de negro, al igual que la corta cola. Las plumas primarias de los extremos de las alas están muy separadas, como si fueran dedos. La cabeza y el cuello no tienen plumas y están cubiertos de un plumón blanco grisáceo, una adaptación que le permite poder introducir la cabeza con facilidad en el interior de los cadáveres.
Hábitat[]
Rojo: Residente Azul: Hivernante Amarillo: Reproductor
Ocupa todo tipo de terrenos, preferentemente montañosos, del sur de Europa y el norte de África hasta el centro de Asia.
Alimentación[]
Exclusivamente carroñero, está especializado en el consumo de grandes ungulados, tanto salvajes como domésticos, siendo especialmente importante en nuestro país esta aportación de alimento ligada al ser humano.
Reproducción[]
Es un animal monógamo que forma parejas estables que duran toda la vida. Nidifica en colonias más o menos numerosas, dependiendo de los recursos que pueda aportar la zona, en acantilados, riscales y paredes rocosas soleadas, normalmente bajo cornisas, al abrigo del viento y la lluvia.
Conducta[]
La puesta tiene lugar entre los meses de enero y febrero en nuestra región, y se compone de un único huevo que será incubado por los dos miembros de la pareja. Los turnos de incubación pueden durar hasta 48 horas, tiempo durante el cual un adulto puede ayunar sin problemas.
Estatus y programas de conservación[]
En nuestro país, la transformación agraria y ganadera, la caza directa y el uso incontrolado de venenos en el campo hicieron disminuir drásticamente las poblaciones de buitres comunes, aunque las últimas décadas del siglo pasado la estricta protección de la especie, la prohibición del veneno en la naturaleza y la creación de comederos artificiales favorecieron su recuperación.
Actualmente, sin embargo, el resurgimiento del uso del veneno, la colisión con los cables de las líneas eléctricas y las aspas de los aerogeneradores y la aplicación estricta de las normativas sanitarias respecto a los despojos de ganado abandonados en el campo se están convirtiendo en importantes factores limitadores de la estabilización de la población. El Parque Zoológico de Barcelona participa en el ESB de la especie.